29 feb 2012

EL CUENTO DE LA SEMANA

JOSÉ MARÍA Y ÁLVARO EN SU VIAJE A EGIPTO
                                       

Érase una vez un niño llamado José María al que le gustaba mucho explorar sobre faraones egipcios. Un día estaba viendo la tele y de repente vio un anuncio en el que decían que se sorteaban dos billetes de avión para ir a Egipto. Entonces se apuntó la dirección de donde sorteaban los billetes y se fue corriendo a decirle a su madre que le llevara en coche al sitio que se sorteaban los billetes. Cuando llegó al lugar del sorteo vio que había una cola inmensa y tuvo que esperar mucho tiempo hasta que, al fin le tocó, movió la palanca de la rueda y vio que ¡salió la bola de oro, así que eso significaba que le había tocado el premio! Pero ahora faltaba por ver a quién se llevaba para acompañarle en su viaje. Ya lo tengo, dijo José María, me llevaré a mi amigo Álvaro. Voy a ver si se viene conmigo, dijo el niño. Primero fue a casa de Álvaro y éste le dijo que vale, que lo esperaría enfrente de su casa. Se despidieron de su familia y fueron a coger el bus para ir al aeropuerto. Cuando llegaron al aeropuerto cogieron el avión y se fueron a Egipto.  
Cuando llegaron les recibió un hombre muy raro y con una ropa aun más rara. El hombre les decía que Egipto era muy bonito pero que cuando fueran de visita al desierto que no se perdieran porque el faraón Tutankamón había puesto muchas trampas por esa zona. Se instalaron en su habitación y antes de pasar 5 minutos entró un hombre diciendo que se fueran con él a una expedición por el desierto. Ellos aceptaron sin dudarlo, pero cuando salieron no les fue tan bien, a los  10 minutos de ir andando le picó una serpiente a Álvaro y su grito fue tremendo: ¡AAAAAAAA! Por suerte la serpiente no tenía veneno y a los 6 o 7 minutos le picó un abejorro a José María y él no gritó tanto como Álvaro, porque era un abejorro, pero también gritó lo suyo. A la media  hora de ir caminando José María y Álvaro cayeron en una trampa y se encontraron en una habitación oscura en la que había una puerta que decía en Egipcio: si quieres abrir esta puerta muy alto serás, Álvaro y José María pensaron, muy alto serás. ¡Eureka! dijeron los dos niños a la vez: estará encima de la puerta, así que José María subió a su amigo encima de él y tocó un pulsador que había. Al instante, la puerta se abrió lentamente y allí encontraron una especie de ataúd de oro y se acercaron a él rápidamente. Allí había una inscripción que ponía: aquí yace Tutankamón. Abrieron el ataúd y dentro había una copa de oro junto a la momia. Para su gran sorpresa el faraón les dijo algo: Abdul ramadin sin yut. Esto significaba: coger la copa y os llevara a casa pero lo que estáis viendo y oyendo se irá con vosotros a la tumba, ¿de acuerdo? Después de esto, los niños cogieron la copa y regresaron a casa, llegaron fascinados y súper agotados y su familias  los estaban esperando muy contentas y les prepararon una cena tan rica que cuando terminaron de dar el último bocado cayeron fritos del sueño.
              FIN
                    (AUTOR:    JOSÉ MARÍA SÁNCHEZ SERNA 5ºA)

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