14 mar 2012

FÁBULAS


EL RATÓN DE CAMPO Y EL RATÓN DE CIUDAD
El ratón de ciudad invitó a comer a su casa al ratón de campo:
-Acompáñame y verás lo que es la buena vida.
En la ciudad, mientras mostraba a su boquiabierto amigo la despensa, una mujer abrió la puerta. Espantados por el ruido, se lanzaron al agujero de su madriguera.
Al rato volvieron a buscar queso, pero apareció un niño y tuvieron que correr a esconderse de nuevo.
Hubo una nueva ocasión para comer, pero esta vez se presentó el dueño de la casa. Entonces, el ratón de campo dijo:
-¿Y a esto le llamas vida? Yo me alimento de trigo, pero no sufro tales sobresaltos. ¡Adiós!
MORALEJA
A veces, para disfrutar de la tranquilidad, es necesario renunciar a ciertos lujos.

LOS PERROS HAMBRIENTOS
Andando por un camino, unos perros hambrientos vieron que en el fondo de un arroyo había unas pieles puestas a limpiar.
Como no podían alcanzarlas, decidieron beberse primero el agua para poder llegar a las pieles con mayor facilidad.
Lo que sucedió fue que, de tanto beber, reventaron.
MORALEJA
Los caminos más rápidos no siempre son los más seguros.

LA ZORRA Y EL ESPINO

Una zorra estuvo a punto de caerse cuando saltaba sobre unos montículos. Para no perder el equilibrio, se agarró a un espino y sus púas le hirieron las patas. Lamiéndose las llagas, dijo al espino:
-Te pedí ayuda y ¡mira cómo me has herido!
Y el espino respondió:
-¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí; bien sabes lo bueno que soy para enganchar a todo el mundo!
MORALEJA
Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer daño.


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