EL RATÓN DE CAMPO Y EL RATÓN DE CIUDAD
El ratón de ciudad
invitó a comer a su casa al ratón de campo:
-Acompáñame
y verás lo que es la buena vida.
En la ciudad, mientras mostraba a su boquiabierto amigo la despensa, una
mujer abrió la puerta. Espantados por el ruido, se lanzaron al agujero de su
madriguera.
Al rato volvieron a buscar queso, pero apareció un niño y tuvieron que
correr a esconderse de nuevo.
Hubo una nueva ocasión para comer, pero esta vez se presentó el dueño de
la casa. Entonces, el ratón de campo dijo:
-¿Y a
esto le llamas vida? Yo me alimento de trigo, pero no sufro tales sobresaltos.
¡Adiós!
MORALEJA
A veces, para disfrutar de la
tranquilidad, es necesario renunciar a ciertos lujos.
LOS PERROS HAMBRIENTOS
Andando por un camino,
unos perros hambrientos vieron que en el fondo de un arroyo había unas pieles
puestas a limpiar.
Como no podían
alcanzarlas, decidieron beberse primero el agua para poder llegar a las pieles con
mayor facilidad.
Lo que sucedió fue que,
de tanto beber, reventaron.
MORALEJA
Los caminos más rápidos no siempre
son los más seguros.
LA ZORRA Y EL ESPINO
Una zorra estuvo a
punto de caerse cuando saltaba sobre unos montículos. Para no perder el
equilibrio, se agarró a un espino y sus púas le hirieron las patas. Lamiéndose
las llagas, dijo al espino:
-Te pedí
ayuda y ¡mira cómo me has herido!
Y el espino respondió:
-¡Tú
tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí; bien sabes lo bueno que soy para
enganchar a todo el mundo!
MORALEJA
Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer daño.
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