cc Érase una
vez un chico llamado Flamín que se convirtió en el más sabio del mundo;
también se convirtió en un despistado, porque trabajaba mucho con el cerebro.
Entonces, se cansaba mucho porque trabajaba demasiado y se pasaba horas y horas en su
laboratorio. Su mujer le decía siempre que descansara, pero él a lo suyo. Sus
experimentos eran su vida. Un día, no hace mucho, Flamín se
fue a la playa. Allí él y su mujer se iban a casar. Él estaba muy nervioso y en
vez de coger el anillo cogió un cuaderno. Menos mal que su mujer no se enfadó. Y también
en su maleta llevaba: guantes, gorro, bufanda, montones de libros, probetas,
antenas de TV, cacerolas, sartenes. ¡Su mujer pensaba que le ayudaría en la
cocina!, pero ni mucho menos, él solo pensaba en sus cosas. Pero era tan bueno que nadie se
enfadaba por sus despistes y todo el mundo lo quería.
(Publican: Verónica de 6ºA y Gemma de 5ºB)
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