Érase una vez, un matrimonio que tenían un hijo y una hija. Esta familia, usaba unos nombres muy feos y nunca decían en público sus nombres.
Llegaron las fiestas del pueblo y la hija, que ya era casadera, consiguió un novio. Para poder afianzarse más deseó ir al baile. El padre no cedió a la primera, pero con tal que la hija se casara, toda la familia hizo un esfuerzo y fueron al baile, con la condición que no tenían que llamarse por el nombre de
Pila. Harían el ridículo con los nombres tan feos.
Se pusieron los mejores trajes que tenían, y hasta incluso se puso la hija un ramo de flores en el pelo. Ya en el baile sacó el novio, a su novia, después de unas piezas sueltas y agarrados a distancia, el ramo se le caía del pelo y el hermano no sabía cómo decírselo y no pudiendo aguantar le gritó a su hermana:
-María Pelendejo, que se te cae el ramejo.
El padre que estaba cerca dijo a su hijo:
-Periquillo Andria, no te dije que nada de nombres, te aseguro que por el tío Juan Cajano que cuando llegues a la casa no te has de escapar de mi mano.
(PUBLICA MARIA SERNA DE 6 ºA)
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